¿Recuerdas, Lobezno? Yo sí, como si fuera ayer. Salimos del
trabajo por separado, como siempre, disimulando, porque no queríamos que nadie
supiera, aunque todos sabían. Qué ingenuos, como si escondernos en los
recovecos del restaurante para darnos un beso fugaz o pasarnos notitas con disimulo en medio del
servicio evitara lo inevitable. Nos encontramos en el bar de siempre y pedimos
algo, reglas del juego, para poder besarnos en el rincón más oscuro mientras
rozábamos nuestros cuerpos por encima de
la ropa como si nos folláramos. Teníamos tanta hambre, tanta hambre, y ningún
sitio donde saciarla.
Fragmento de Ruleta, uno de los dos relatos eróticos cortos que escribí sobre el placer del squirting en solitario y que puedes leer en este enlace. Reconozco que es uno de los más personales que he escrito. Ha pasado tanto tiempo... sin embargo, sigo preguntándome si realmente se cerró el círculo, Alberto. Love Never Dies.
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