Llegó a la hora acordada. Estabas sentado en el sillón, inmóvil y en
silencio. Tu presencia le intimidó al principio pero, cuando le besé, atenazó mi
vestido y lo desgarró como una fiera dejándome desnuda e indefensa. Abrió las
fauces y engulló uno de mis pechos con sus labios carnosos mientras sus manos
bajaban mi tanga y sus dedos buscaban mi coño, separaban sus labios,
acariciaban el clítoris, se hundían en mi interior.
Fragmento de Premio, uno de los dos relatos eróticos que escribí sobre el disfrute del squirting en pareja. Puedes leerlos en este enlace.
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