Luis Royo |
Nada somos.
Nada.
Tan solo
diminutos átomos
que decidieron ser carne,
beso, abrazo, gemido, orgasmo.
Y nada quedará
cuando los gusanos engorden
y alimenten a sus vástagos
con este naufragio.
Nada.
Pero fuimos dioses un instante.
El fruto se derramó en el vientre
y brotaron flores
que desafiaron a la nieve
y a la oscuridad del crepúsculo.
Fuimos risa
que se burló del dolor.
Lágrima
que probó que el corazón latía
a pesar de todo.
A pesar de todo.
Sí.
Todo fue.
Y no lo vencerá la Nada.
La Nada
que,
sin saberlo,
agónica,
añora.
Brenda B.Lennox ©
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