Fragmento del relato Heat. Lucy Taylor
(…) Calor... ¿Cómo puede vivir
alguien sin haberlo sentido jamás? ¿Y cómo puede alguien seguir
viviendo si no va a sentirlo?
¿Que qué sensación produce? La misma
que si tocaras algo con corriente eléctrica o te hubieras inyectado
accidentalmente una droga en parte alucinógena y en parte tóxica.
Se te despeja la mente. Tienes la sensación de que tu cuerpo pierde
rigidez, pero no se derrumba porque la lujuria da fuerza a tus
músculos y estimula vivamente las sinapsis provocando algo parecido
a una multiplicidad de orgasmos; mientras tanto el calor se extiende
hasta tu entrepierna y sube hasta tu corazón, alrededor del cual se
entrelaza como si fuera una planta trepadora en llamas.
Alisa Monk |
Hace mucho tiempo que no siento ese
calor. Mi corazón empieza a sufrir de hipotermia. Estoy seca, dolida
y fría. Voy en coche de Denver a Boulder y veo a los hombres
deambulando tranquilamente por el centro comercial de Pearl Street.
Los hay a docenas,a cientos, de todos los tipos, formas y medidas;
unos son verdaderos toneles, otros están delgados como corredores de
maratón, otros son robustos y musculosos, pero yo no siento nada.
Sus pollas serían como paja mojada y su piel resultaría tibia al
tacto, y no me causarían más que impaciencia, frustración y dolor.
Anhelo lo que he sentido en el
pasado, el calor que estalla con la fuerza destructora de una ola, el
calor que consume el alma y derrite el corazón para hacer que fluya,
líquido y escarlata, y caiga abrasadoramente en mi coño.
Últimamente sueño con que el fuego
se convierte en un hombre. Ardiente y crepitante, se acerca con
determinación a mí, me agarra y me besa ardorosamente. Luego me
despierto sola en mi cama (...)