sábado, 6 de febrero de 2016

A la eternidad de un instante

Luis Royo



















Nada somos.

Nada.

Tan solo
diminutos átomos
que decidieron ser carne,
beso, abrazo, gemido, orgasmo.

Y nada quedará
cuando los gusanos engorden
y alimenten a sus vástagos
con este naufragio.

Nada.

Pero fuimos dioses un instante.

El fruto se derramó en el vientre
y brotaron flores
que desafiaron a la nieve
y a la oscuridad del crepúsculo.

Fuimos risa
que se burló del dolor.

Lágrima
que  probó que el corazón latía
a pesar de todo.

A pesar de todo.

Sí.
Todo fue.
Y no lo vencerá la Nada.

La Nada
que,
sin saberlo,
agónica,
añora.


Brenda B.Lennox ©

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